Harry Potter and the Deathly Hallows

Harry Potter comienza a vislumbrar el camino para destruir a Voldemort, y en compañía de sus mejores amigos, empieza un viaje épico que lo conduzca a tal fin. La séptima entrega de esta película aparece con gran expectativa.

La saga de Harry Potter es una de las mas lucrativas del cine de Hollywood, por no decir que es la que mas dinero ha producido en la historia. Ese argumento puede refutarse, muchos indican que el lucro debe ser calculado y compensado considerando la inflación, pero sin embargo todos saben que es una moda de diez años y hasta ahora de 7 películas. Muchos directores han participado y de igual manera muchos actores reconocidos han buscado formar parte de tal evento. Las últimas tres entregas (La orden del Fénix, El Príncipe Mestizo y Las reliquias de la Muerte) han sido dirigidas por David Yates, un director por demás gris que logró hacerse con una carrera renombrada al dirigir, consecutivamente, las últimas partes de esta saga.

No es mi intención decir que lo ha hecho mal: ha sido sobresaliente en su trabajo de director, y ha logrado transmitirle a la película una uniformidad de aspecto e introducirle un tono más sombrío acorde a la evolución de la historia de J.K. Rowling. Sin embargo, Harry Potter 7 carece de direccionalidad: la historia divaga sobre eventos aparentemente sin conexión, dando tumbos hacia el camino que deben seguir sus protagonistas. En un libro tal norte puede parecer innecesario pero creo que el cine no puede carecer de ello. El ambiente de suspenso de la historia no ha sido bien lograda en ninguna de las partes de esta saga y esta no es la excepción. Creo que el problema no es de Yates como director, creo que el problema es del guión adaptado: concentrándose en los eventos puntuales dejan de darle importancia a la visión macroscópica de la historia.

La película inicia poco después del final del Príncipe Mestizo, y avanza en la trama de esta historia sin explicar, durante aproximadamente dos horas, cuál es el objetivo de los personajes además de buscar los Horcruxes de manera caótica y desordenada. Sin embargo,  aclaro que la falta de estructura de la historia no es un gran problema, la película es emocionante y los actores, durante los diez años que llevan trabajando, han logrado relacionarse bien con sus papeles y actúan con sensilibilidad y honestidad. La fotografía es muy interesante y el humor y el drama están muy bien logrados.

Como siempre, los antagonistas de la historia son bidimensionales y clichés, absolutamente malos y sin capacidad de bondad, aterrados de pánico y fieles sirvientes. Tal vez Snape, que resultará mostrar sus verdaderas intenciones en la próxima parte, logra mostrar algún destello de profundidad. Como siempre, la magia es parte relevante de todas las acciones, y como siempre, el eslabón más frágil es el que muere con tristeza. Y aunque no puede ser spoiler hablar de una historia escrita y publicada hace cuatro años, aclaro que el siguiente comentario puede dañar la experiencia: la muerte de un elfo doméstico que ha enternecido por aturdir no puede conmoverme, mientras que el baile de Harry y Hermione lo logra por la belleza dentro de la desesperación.

No se malinterprete mi crítica: salí conforme del cine. Sin embargo, no es Harry Potter 7 la joya de la corona; lo sigue siendo Harry Potter y el Prisionero de Azkaban.

Lo mejor: el baile de Harry y Hermione. Una luz en la oscuridad.

Lo más interesante: el concepto visual.

Lo peor: el caos de la narración.

Mi calificación: 6,5 de 10. Es una película aceptable, solamente recomendada para aquellos que conocen las historias previas.

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